jueves, 7 de mayo de 2009

Mudanza=caos (o instrucciones para cortarse las venas muy lentamente)

Hoy, a varias semanas de distancia de una de las experiencias más diabólicas, estresantes y secavincha que me tocó degustar, algo es claro: antes que volver a mudarme prefiero parir y criar trillizos, cursar y terminar una carrera en la facultad de ciencias exactas, comer tiza, morder un tenedor, chupar el palito de madera de un helado de agua y besar un sapo. Pensé que el suplicio no tendría fin. Pero terminó. Y sobreviví. Y todo sobreviviente tiene una historia que contar. Y que esa historia, que decidí expresar en términos matemáticos por tratarse de verdades irrefutables, sirva para todos aquellos que en el futuro decidan emprender el viaje por uno de los caminos más escabrosos del transitar humano. Porque mudanza=caos.
  • El tiempo que uno se ahorró por no "perder el tiempo" etiqueando cajas y bolsas será directamente proporcional al tiempo que uno va a perder tratando de encontrar un abrelatas entre los adornos del pinito de Navidad o una aspirina entre los CDs de metal.
  • La plata que uno muy astutamente se ahorró comprando un sommier entero y no dos separados como mi mamá me había recomendado muy sabiamente será insignificante en comparación con la malasangre que uno se tiene que comer cuando el sommier del orto no entra en el ascensor y, no conforme con ello, no da la vuelta en el primer descanso y uno se pregunta quién fue el culiado que aprobó estos planos para pitufos, mientras busca un destornillador para desatornillar todas las barandas para hacer espacio, tratando de que el vecino del 8vo no lo vea y le clave una multa el primer día.
  • Las posibilidades de que algún buen samaritano te sostenga la puerta para que pases serán inversamente proporcionales a la cantidad de cajas, bolsas, electrodomésticos y/o muebles que vengas cargando.
  • Hasta el más ortiva de los vecinos del edificio viejo va a ser un divino comparado con la gente del edificio nuevo. Lo mismo aplica para los que atienden el kiosko y para el portero.
  • Si el tacho de pintura látex viene en sus dos presentaciones de 10 y 20 litros, la cantidad de pintura necesaria para darle una mano al depto anterior antes de entregar la llave será exactamente (sin margen de error) de 11 ó de 21 litros respectivamente, de manera tal que tengamos que comprar dos tachos y nos queden de clavo 9 litros al pedo que van a andar dando vueltas por tooodos lados hasta que la tengamos que regalar o, si nuestras cualidades egoísticas o egoísmas se vieron exacerbadas por el malestar de la mudanza, hasta que se seque por completo.
  • El pitido de seguridad de la puerta del edificio nuevo va a ser un 87% más ruidosa y molesta que el pitido de seguridad de la puerta del edificio viejo.
  • El tiempo que uno estuvo con la cadena del baño rota en el depto viejo va a ser inversamente proporcional al tiempo que tardó arreglarla un día antes de mudarse (para uso y goce de terceros).
  • Independientemente de cuántos millones de cajas hayamos logrado juntar después de ganarnos el odio de kioskeros, almaceneros y cajeros de supermercado de los alrededores, sin contar las miradas acusadoras de los cartoneros a quienes les quitamos el pan de la boca, la cantidad de pertenencias a mudar superará esa cifra en un 200% mínimo.
  • Sin importar qué tan rica sea la comida que uno está cocinando, el olor de la salsa de la viejita de enfrente que se cuela por debajo de la puerta a eso de las 11.30 siempre va a ser más rico. Esto no pertenece al ámbito de la mudanza propiamente dicha pero me rompe el alma todos los mediodías.

lunes, 6 de abril de 2009

Say What?

Siguiendo el eslógan "Somos traductores, queremos traducir" y a falta de trabajos pagos en que depositar toda esta creatividad, me pareció interesante hacer un aporte solidario y destinar todos mis conocimientos y experiencia en materia de traducción a desentrañar los misterios semánticos de situaciones comunicacionales de la vida cotidiana en las que pareciera que uno estuviera hablando malayo y el otro, urdu. Una especie de traducción intralingua porque, a juzgar por los ejemplos, hay más brechas comunicativas de las que creíamos. El análisis se enmarca en una interpretación integral del enunciado, el locutor, el interlocutor y, faltaba más, el contexto. Veamos a que me refiero...
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*Frase: "Hacé lo que quieras"
*Locutor: Progenitores (madres preferentemente)
*Interlocutor: Hijos
*Contexto: Típica frase emitida en respuesta a preguntas que comienzan con "¿Puedo...?. En general, esta frase se acompaña con una falta deliberada de contacto visual y una tendencia excesiva a hacer ruido innecesario con los objetos que uno tiene a mano.
*Traducción: Pero pendejo de mierda, ¿a vos te parece que me vengas a preguntar si podés irte de vacaciones a Mina Clavero con los chicos de rugby cuando te llevaste 344 materias, le sacaste el auto sin permiso a tu padre y te pusiste el cordón porque manejás como el orto y encima no sos capáz de levantar una puta media?? ¡¿Eh?! Obvio que no podés.
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*Frase: "Sí es bonita, que se yó"
*Locutor: Novios, Maridos o Compañeros sexuales
*Interlocutor: Novias, Mujeres o Compañeras Sexuales respectivamente*Contexto: Típica frase emitida en respuesta a preguntas del tipo "¿Esa chica que va adelante te parece linda?*Traducción: ¿¿¿Qué si me parece linda??? Me parece que está a la vista que está más buena que dormir la siesta en invierno. Evidentemente esto es una trampa así que de ninguna manera voy a responder con honestidad al viejo truco empleado por mujeres de todas las épocas y transmitido de generación en generación como la receta del arroz con leche.
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*Frase: "No, no estás gorda, pavota"
*Locutor: Novios, Maridos o Compañeros sexuales
*Interlocutor: Novias, Mujeres o Compañeras Sexuales respectivamente
*Contexto: Típica frase emitida en respuesta a preguntas del tipo "¿Estoy gorda, mi amor? Clásicamente acompañada de googly eyes y un puchero importante.
*Traducción: Y la verdad que estás un poco excedida. No mucho, pero no te vendría mal tonificar un poco las piernas. Y tenés un poquito de flotadores, pero casi nada. Pero nunca está de más pagar el gimnasio y actually use it.
*Frase: "Estás un poquitititiito gorda, pero poquito"
*Locutor: Novios, Maridos o Compañeros sexuales
*Interlocutor: Novias, Mujeres o Compañeras Sexuales respectivamente
*Contexto: Típica frase emitida en respuesta a preguntas del tipo "¿Estoy gorda, mi amor? Típicamente acompañada de googly eyes y un puchero importante.
*Traducción: Si, estás gorda. Por algo preguntás, que yo sepa ciega no sos y espejos no faltan en la casa. Aflojale al Danette y salí a correr ya mismo antes de que te llamen para reemplazar al muñeco de Michelin cuando se les rompa el disfraz.
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*Frase: "Tu amiga la Ceci, ¿tiene novio?"
*Locutor: Novias, Mujeres o Compañeras Sexuales respectivamente
*Interlocutor: Novios, Maridos o Compañeros sexuales
*Contexto: Típica frase emitida después de volver a casa de una fiesta con amigos del novio/marido/compañero sexual donde tuvimos un primer encuentro con alguna de sus más íntimas amigas.
*Traducción: ¿Esta boluda de la Ceci no se da cuenta de que estás conmigo? Bastante toquetona la gorda. Es una irrespetuosa. Che ¿y las puntas ardidas vienen con el cuerpo? Le quedaba divino el pantalón blanco, con la remera turquesa y los zapatos negros. Y el cameltoe ni hablar. Gorda hija de una orgía entre primos hermanos.
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*Frase: "Qué se yo...si a vos te gusta, compralo"
*Locutor: Novios, Maridos o Compañeros sexuales
*Interlocutor: Novias, Mujeres o Compañeras Sexuales respectivamente
*Contexto: Típica frase emitida en respuesta a preguntas del tipo "¿Te parece muy caro $359,99 por una cartera?
*Traducción: Si, me parece un verdadero despropósito. ¿¿¿A quién se le ocurre gastar esa cantidad exhorbitante de guita en una puta cartera, que encima es una patada en la sien y que te gustó hoy y mañana no te gusta más porque no solo se dejó de usar sino que el único motivo por el que te pareció cool en primer lugar fue porque la viste en una revista (a la cual le pagan millones para decir que esa cartera es cool)??? Y además, como no tenés nada que te combine con la cartera del orto, seguramente esto trae aparejado mínimo un jean, un par de aros, un collar, un pañuelo para el cuello y el muñequito para colgar del celular haciendo juego.

sábado, 21 de marzo de 2009

Delay

16 de diciembre de 2004.
Tras cinco años de sudor y lágrimas, la hora estaba por llegar. Hacía un par de días que había rendido la penúltima materia, tras haber sido injustamente "invitada a retirarme" del grupo de estudio de Linguística por mi incapacidad manifiesta de adaptarme a los rígidos horarios, los paupérrimos tiempos de descanso y las numerosas prohibiciones fijados por sus fundadoras la Sole y la Lu Tarditti. Pero Linguística ya era cosa del pasado y ahora se acercaba la última materia, la definitiva, the real stuff. Los preparativos familiares para venir a tirarme huevos y esas cosas habían empezado hacía rato y en mi casa no se hablaba de otro tema. Se tomaron las medidas necesarias: se organizaron las tareas laborales para poder ausentarse el tiempo necesario, se regaron plantas, se cerraron puertas y ventanas, se desenchufaron electrodomésticos, se les explicó a los perros que en un ratito volvían y la familia partió para Córdoba. La emoción los embargaba, especialmente a mi papá. Llegaron al departamento que entonces compartía con la Mari. Mientras, yo estaba en la facultad rindiendo (con la ilusión de salir por la puerta grande con un 10 en la libreta, quién diría que me pondrían un mugriento 6...todavía me dan ganas de llorar). Se dispusieron a tomar unos mates para hacer tiempo hasta la hora en que me entregaban la tan ansiada nota. Sentados a la mesa y entre sorbo y sorbo, los integrantes de la familia hacían los comentarios de rigor: "Che, cómo pasa el tiempo", o "Ya se nos recibe la Cucu" o "Qué bárbaro che". Y entre medio de tanto comentario emotivo, mi papá, que nunca fue un privilegiado en el arte de prestar atención a lo que pasa a su alrededor, preguntó:
-"Che... ¿Y cuántas materias le quedan a Clarisita?"

domingo, 15 de marzo de 2009

Wireless

Lunes 2 de marzo de 2009. 13.30 hs.
La mesa estaba servida. Pero faltaba algo. Seguramente el Mati le iba querer agregar sal a los tomates porque, en mi afán de prevenir mi viudez prematura a manos de la hipertensión, casi siempre me niego a seguir sus instrucciones culinarias en materia de salación de alimentos: "Vos ponele sal. Ponele, ponele. Y cuando te parezca que ya es mucho, ponele un poquito más" o la versión abreviada "Frosty, frosty, frosty". Previendo su reacción, me dirigí a la cocina a buscar el salero. Cuando volví, no me fijé en la maraña de cables que atravesaba el piso y me la llevé puesta a la altura del tobillo. El ruido que hizo fue como de algo que se quebraba. Sabiendo que mis días de trabajo eran cosa del pasado y anticipándome a una semana entera sin internet ni teléfono fijo, rogué en silencio "Que sea mi tobillo, que sea mi tobillo". Pero no. Mi tobillo estaba en perfectas condiciones y el cable, completamente arrancado de cuajo, hasta las raíces. El Mati me miró como diciendo "Qué manera de ser boluda" pero muy sabiamente se quedó callado. Se acercó al lugar del hecho y se acuclilló para evaluar los daños. Buscó el destornillador, desatornilló, sacó, miró y finalmente decretó:
-"No sé cómo se arregla esto porque es distinto de todos los que había visto".
Comimos en silencio. La culpa me carcomía por dentro y yo sin un solo rasguño como para que el Mati se apiadara de mí.
Después de comer, llamamos a Telecom desde el celular. Tras 20 minutos de espera acompañados por la musiquita monótona estilo Agro Verdad, pudimos hablar con una representante del servicio técnico que nos explicó que solucionarían el problema en un plazo de 3 a 5 días hábiles. No le creimos nada pero por lo menos habíamos logrado comunicarnos con una persona, que no es poco.
A eso de las 18.30 hs, el Mati se fue a trabajar y yo me quedé sola. Me pregunté "¿Y ahora que hago con tanta tarde por delante?" Y entonces se me ocurrió. No obstante ir en contra de mis principios, me pareció una buena opción para pasar el tiempo y de paso redimirme. Y ahí nomás me calcé las ojotas, me hice un rodete en el pelo y limpié, barrí, lavé, fregué, sacudí y sequé. La casa quedó de punta en blanco. Hermosa y rechinando de limpia. Habiendo cumplido mi tarea, me fui a bañar. Salí y me encremé de pies a cabeza, me vestí y preparé la comida. A las 12 hs el Mati volvió. Lo agarré de la mano y le hice un recorrido por todas las 2 habitaciones de la casa mostrándole los resultados. La emoción lo embargaba. Me agarró de las dos manos y mirándome a los ojos me dijo:
-"Sos hermosa sin Internet".

Panaceas de ayer y hoy presentan: el Facebook: pros y contras

Y siguiendo el camino de esta universalización de la tecnología como quien sigue las migas de Hansel y Gretel, no podemos dejar de mencionar al Facebook, también conocido por su denominación latina Cara Libro. Esta suerte de gran comunidad virtual se cruzó en mi camino hace un par de meses y si bien tardé en abrirle las puertas por la misma desconfianza producto de la ignorancia, finalmente pasó a formar parte de mi cotidianeidad. Una vez más mi desflore vino de la mano de la Jose, quien, como una verdadera promotora paga, fue la encargada de abrirme la cuenta "sin compromiso, si no te gusta la cerrás". Miles de opositores del Facebook se rehúsan a conocer sus beneficios borrando las multiples invitaciones que atiborran sus casillas de correo electrónico sin prestarle la más mínima atención, como quien borra un mensaje espameado con el título "Alargue su pene hoy" o "Cien pastillas de viagra por $12.75". Pero no podemos negar que esta valiosa herramienta nos ha convertido en verdaderos Robertos Carlos de lo virtual al conectarnos con personas de los más recónditos lugares del universo. Con muchos de ellos, nunca nos saludamos por la calle, pero en el Facebook todo es amor y buena onda. En Facebook todos somos literalmente amigos. Nadie se agrede y todos nos animamos a mensajes como "Qué hermoso tu bebé" aunque la criatura sea una verdadera patada en el paladar, o "Che, boludo, que no se corte, a ver cuando nos juntamos a comer una picadita" aunque pasar más de 5 minutos seguidos con la otra persona nos produzca acidez estomacal. El Facebook hace las veces de un verdadero De Lorean y nos traslada al pasado donde nos reecontramos inesperadamente con compañeros de la primaria que la última vez que los vimos rondaban los 11 años años y que ahora, viendo las fotos ,se han transformado en verdaderos Yetis cuyas facciones nos cuesta reconocer debajo de tanto pelo en cara y en pecho. Y está bueno ver que estamos todos en la misma, talvez más pelados, más gordos, menos turgentes pero igual de boludos que siempre. Las ventajas que nos ofrece el Facebook son incontables. Sin cargo alguno y a un par de clics de distancia, podemos ver a qué famoso nos parecemos, responder a encuestas tan mal traducidas que son un verdadero suicidio mental para cualquier traductor, por mediocre que sea, convertirnos en modelos y participar en todo tipo de eventos, secuestrar amigos online para luego torturarlos y cambiarles el nombre por seudónimos humillantes que pongan de manifiesto sus más evidentes defectos físicos, acariciar a nuestras mascotas virtuales (primos hermanos del Tamagochi), hacernos fans de golosinas de las que ya no nos acordábamos pero que supieron hacer estragos en nuestros cuerpos adolescentes (como el alfajor Suchard o el Tuby 4) u obligar a los más reacios a abrirse una cuenta contra su voluntad. Pero como sucede con las mejores cosas en la vida, todo He-Man tiene un Eskéletor. Y quienes hemos logrado dominar las herramientas que el Facebook nuestro de cada día pone a nuestra disposición sabemos muy bien que podemos usarlas tanto to fight crime como for evil. Los detractores augurian que gracias al Facebook, la falta de privacidad dejó de ser un atributo de los famosos y que este antro de la sobreexposición es un camino directo a la perdición. Todos tenemos acceso a las fotos de todos. Si me preguntan a mí, que en los últimos meses gracias al cornudo de Bush he tenido una sobredosis de tiempo libre, puedo decirles con exactitud, sin repetir y sin soplar a qué lugar se fueron de vacaciones, si el juego de living de sus casas está tapizado con cuero ecológico, cuántos hijos y sobrinos tienen, cuántos novios los dejaron, el nombre del cuñado que hace los asados los domingos y el último tema del disco independiente de todos y cada uno de mis contactos. Pero me tomo el atrevimiento de decir, sin pelos en la lengua, que el que muestra es porque quiere que vean, porque existen aplicaciones como los permisos, que nos permiten elegir quiénes queremos que tengan acceso al material que subimos a la red, a saber: "todos" (too slutty), "solo mis amigos" (too selfish), "los amigos de mis amigos" (mi opción por excelencia por su naturaleza moderada) o "solo yo" (no puedo parar de reir con esta opción y la persona que se haya tomado la molestia de subir fotos para verlas solo él merece todo mi respeto y estoy dispuesta a hacerle un club de fans ya mismo), sin contar los mensajes personales a los que se accede desde una bandeja de entrada privada, si señor, privada. Es decir, que si la ex novia de alguien agregó fotos de alguien es porque sabe y posiblemente sea su intención que alguien vea esas fotos. Por último, tengamos en cuenta que sin importar cuánto nos esmeremos en llevar a cabo el más riguroso proceso de selección para determinar cuáles fotos colgar y cuáles dejar en la PC para uso exclusivamente personal por dejar al descubierto caras horribles, granos inoportunos, celulitis, varias fiestas con el mismo vestido, conocidos impresentables con los que no queremos que se nos relacione públicamente y escasez de bronceado, SIEMPRE y digo SIEMPRE va a haber algún hijo de puta que te etiquete en alguna foto digna de la promoción gráfica de un tren fantasma. La etiqueta ha pasado a ser uno de las métodos coercitivos más efectivos y hoy por hoy uno lo piensa más de dos veces antes de enemistar con alguien o antes de ir hecho un crotito a una fiesta de cumpleaños donde va a haber una cámara digital*.

*Esto también se aplica a chatear con Yango, de quien se dice que realiza screenshots (o "capturas de pantalla") de las conversaciones que mantiene con sus amigos para luego exhibirla en su album homónimo como una verdadera asesina serial.

Panaceas de ayer y hoy presentan: el Hotmail y sus predecesores

Con el voraz advenimiento de la tecnología, los hijos de la generación X fuimos testigos oculares de una vorágine virtual sin precedentes que cambió nuestro mundo y nos obligó a ser parte de un proceso de selección natural: actualizarse o morir. Cuando me vine a estudiar a Córdoba, allá por el 2000, la hora de Internet* en un cyber (nadie habría osado tener Internet en su propia casa) rondaba los $8 pesos; se estilaban las salas de chat (en ese entonces los defensores de la Real Academia todavía se empeñaban en naturalizar las palabras como "ratón" y "computadora personal", para no defenestrar el idioma) donde uno hacía conversación con gente desconocida, casi siempre fingiendo una identidad falsa, y donde un administrador te sancionaba e invitaba a retirarte de la sala si utilizabas vocablos impropios y/u ofensivos; las computadoras portátiles (hoy moneda corriente) eran exclusivas de los ejecutivos que viajaban en primera clase mientras degustaban un Martini y robaban cubiertos de metal con el logo de las compañías aéreas; un trabajo para la facu implicaba pasarse horas tecleando como un boludo en la biblioteca o en un cyber para después guardarlo en 18 diskettes que, al meterlos en otra máquina para proceder a imprimirlos, siempre (sin excepción) nos tirarían mensajes de error o nos mostrarían el trabajo redactado en códigos indescifrables; y la palabra "virus" generaba más paranoia que Bush (si alguien te prestaba un diskette con virus se hacía automáticamente acreedor de tu odio eterno hasta el fin de la eternidad).
Veámoslo más claramente con un ejemplo. Un día, por allá por el 2000,la Jose me llevó a un cyber en Río Cuarto, se acercó al mostrador, sacó un billete de $2 del bolsillo y con la confianza de los que saben le dijo a la que atendía "15 minutos de Internet". Nunca me voy a olvidar ese momento. Había que ser lo más rápido posible porque el tiempo era oro, así que no había lugar para enseñanzas prácticas. Me explicó: "Vos Cus mirá pero no toques nada". Y me mostró un video infrapixelado sin audio de 10 segundos de duración que el Gordo había grabado en un Burger King en Estados Unidos (en el video se lo veía al Gordo moviendo los brazos de manera cuasi robótica y haciendo caras para la cámara) y enviado junto con un mail donde nos contaba que había visitado las Torres Gemelas y el World Trade Center. "Así no lo extrañamos tanto porque es como si estuviera haciendo las mismas caras de boludo acá al lado nuestro"-dijo la Jose. Esa sola frase me serviría de marco conceptual para el resto del viaje.

Pero basta de anécdotas y démosle al tema la rigidez científica que merece. Empecemos por el principio. O al menos el principio según tuve el placer de experimentar en carne propia.


Primero fue el ICQ, pionero de la mensajería instantánea, aunque solo unos pocos se le animaron. Yo no estuve entre los privilegiados, talvez por falta de dinero o de agallas. De a poco, nos fuimos atreviendo a entrar en las tinieblas de un mundo hasta entonces desconocido y de nombre cuasi pornográfico: el Hotmail. Sin tener que pagar nada a cambio, te dejaban crear una cuenta que funcionaba como si fuera el correo postal pero con la diferencia de que en un abrir de cerrar de ojos recibías, enviabas, leías y te comunicabas con tus tíos abuelos en Kuala Lumpur, sin intermediarios y sin tener que lidiar con los ortivas de los empleados del servicio postal arruinándote la fiesta con frases como "Señorita, el remitente va del otro lado del sobre" o "Señora (cómo odio que me digan señora for God's sake) para que el envío le salga $3 el sobre tiene que pesar menos de 500 gramos. Si desea mandar este sobre así como está deberá abonar un total de... dosmilsetencientosochentay sietepesoscondoscentavos". Nos ahorramos millones de pesos en envíos y retomamos contactos que creíamos perdidos para siempre. Del Hotmail a su primo el MSN: un sistema que te permitía conversar con tus contactos en tiempo real. Excelente. Y allá fuimos. Y estuvo bárbaro por un tiempo. Hasta que novias resentidas y perdedores indeseables empezaron a hacer abuso de esta nueva herramienta para elucubrar maldades. Y ya no fue tan gracioso. Nos conectábamos y poníamos la foto más divina que teníamos para lucir perfectos frente a nuestros contactos. Pero de golpe se tornó pesado conectarse y tener que comunicarse obligatoriamente. Y ahí fue cuando se inventaron los iconitos que indicaban nuestro "estado" para no tener que expresar verbalmente "No me hables si yo no te hablo porque quiere decir que me conecté para charlar con un compañero de la facu que está barbaro y que me pasó su MSN para que le pase lo que dieron el otro día en clase, y con nadie más". Y los iconitos fueron útiles durante un tiempo. Pero después la gente le empezó a tomar el tiempo a los iconitos y, atando cabos, se dio cuenta de que "Este boludo se conecta siempre como no disponible, ya vamos a ver si es tan así" y reinó el caos. Entonces decidimos no admitir a esos contactos rebelados que no respetaban nuestro momento de paz o nuestro momento de chatear con el compañero hot de la facultad. Y entonces reinó la paz nuevamente y esos contactos molestos creyeron que ya no nos conectábamos (por motivos ajenos a su incumbencia) y se quedaron tranquilos. Pero la tranquilidad no duraría mucho, ya que no mucho tiempo después algún nerd resentido (porque no basta con ser sólo nerd, porque se carece de la maldad necesaria, ni con ser sólo resentido, ya que se carece del know-how para tan maléfico emprendimiento) crearía páginas del estilo "Fijate quién te eliminó del MSN" o "Quienteadmite.com" y se acabó la joda de nuevo. Hasta que un ángel caído del cielo inventó y puso a disposición de los usuarios una de las funciones más copadas de los últimos tiempos: el paradójico "conectarse como no conectado". Y ya no hubo necesidad de filtrar gente ni de generar resentimientos innecesarios. El "conectarse como no conectado" nos dio el beneficio de la duda, que es algo que no muchos íconos se pueden jactar de dar. Y todos vivieron felices y comieron perdices.


*Llama poderosamente mi atención esta manía adquirida de capitalize (quiere decir: "escribir con mayúscula, Juli y Mari Cappellari) el término Internet, como quien capitalize (quiere decir: "escribir con mayúscula, Juli y Mari Cappellari) el término Dios. Lo dejo a su criterio.


En nuestra próxima entrega "Panaceas de ayer y hoy presentan: el Facebook".

El saber no ocupa lugar

La Juli acababa de volver de uno de sus primeros días de universidad. En el cursillo de ingreso les habían hecho completar un examen anónimo con fines exclusivamente nivelatorios, donde se analizaría el grado de los conocimientos adquiridos por los alumnos durante su paso por la escuela secundaria. Por tratarse de la carrera de abogacía, el examen hacía especial hincapié en historia.

Cucu: -"¡¡¿Y?!! ¡¡¿¿Cómo te fue Juli?!!"
La cara de ojete de la Juli lo decía todo sin hablar. El puchero gigante ocupaba gran parte de su expresión, impidiendo el paso de cualquier palabra. No obstante, insistí.
Cucu: "Ey Juli, ¿por qué la cara de Luisa?*
Con voz temblorosa, la Juli rompió el silencio y develó el misterio:
Juli -"Porque sí...Porque tuvimos que hacer un examen re difícil, y las preguntas eran una mierda...cosas que nunca me dieron en la escuela. Mirá Cucu que yo repasé y todo, ¡pero te juro que me preguntaban cosas que nada que ver!"
Cucu -"Pero como qué Juli, tranquilizate y contame...¿Cómo qué?"
Juli -"Qué se yo, Cucu, cosas como...Y casi rompiendo en llanto continuó... Cosas como "¿En qué año se formó Lagioia Lautaro? ¿Yo qué mierda sé quién es Lagioia Lautaro, Cucu!??"

Gracias a Dios y a las autoridades, el cursillo no era eliminatorio.


*Cara de Luisa: frase sustantiva de amplio uso entre los miembros de mi familia, de significado similar a expresiones como "cara de culo" aunque sin caer en la vulgaridad evidente, cuyos orígenes se remontan al gesto característico de mi bisabuela paterna, homónima.