viernes, 13 de marzo de 2009

Mi plata no vale

Siguiendo el ejemplo de Solita, hace un par de años me sumé a los ecologistas. Cuando digo me sumé a los ecologistas no quiero decir que agarré la moto de enduro y me fui a los bosques salteños a interponerme entre las topadoras y los indefensos árboles. Tampoco quiero decir que me subí al Rainbow Warrior y le fui a hacer frente a los desalmados japoneses en sus buques-factoría. Cuando digo me sumé a los ecologistas, digo simplemente que desde mi humilde lugar en este mundo, día a día trato de sumar mi granito de arena para estirar un poco aunque sea la vida útil del planeta que nos alberga. Dicho en otras palabras, reemplacé las lámparas incandescentes, trato de no derrochar el agua (N. de R.: ahora van a poner medidores de agua, ahí están todos los vivos que derrochaban el agua...nos cagamos todos por pícaros...agarrame que los mato), no tiro basura, utilizo detergentes biodegradables, no uso desodorantes que dañen la capa de ozono, no voy de cacería ni de pesca...es decir: lo mínimo indispensale que si todos hiciéramos ya no sería tan mínimo, pero que habiendo en el mundo tantos opositores (liderados por mi buen amigo el Gordo) no se si sirve de mucho. Anyway, tan pronto como tuve la posibilidad de contar con un ingreso propio y estable y dejé de ser una carga para quienes me dieron la vida, decidí colaborar con un importe mínimo de $10 a Greenpeace. Perfecto, llené la solicitud online y al cabo de un mes ya me estaban deduciendo la cantidad correspondiente de la tarjeta naranja. Regio. El tema es que un día me llama un representante de Greenpeace a mi casa y dirigiéndose a mí como "la Sra. Clarisa Dávila" (lo cual de alguna manera me hizo sentir importante, y me trae al recuerdo una vez en que un vendedor ambulante le vendió un cuchillo shinzu a mi papá, quien embriagado por los encantos del comerciante, no pudo resistirse ante "se lo dejo a $50 nada más porque se parece a Alain Delon", cuando el valor del cuchillo en el mercado era considerablemente menor). Revenons a nos moutons (que quiere decir, volviendo al tema). El representante muy amable me pregunta que si deseo incrementar el monto de contribución gracias a la cual bla bla bla. Y le digo, "pero faltaba más, por supuesto buenhombre" (pensando que hoy por hoy $20 duran un suspiro), a lo cual el joven me responde que muchas gracias, que próximamente estaré recibiendo un obsequio en mi domicilio as a token of their gratitude and whatnot. Ayer la Mari me trajo un sobre que había llegado a su departamento con la inscripción Greenpeace en el anverso. Lo abro. Una carta de agradecimiento. La leo: Estimada Clarisa (internal smile) Quiero expresarte en esta carta mi agradecimiento por tu decisión de incrementar la donación mensual que hacés a Greenpeace (...) [una carta de una carilla de extensión] PD: te envío en este sobre un obsequio (obsequio en negrita), como reconocimiento a tu esfuerzo y compromiso con el medio ambiente. Y dentro del gran sobre, un pequeño sobre. Y dentro de pequeño sobre...la nada. ¿Qué me está queriendo decir Greenpeace? Que hasta tanto el resto de los indeseables indiferentes no colabore con SU granito de arena, MI esfuerzo vale nada???!!!??? Posiblemente, por lo cual los maldigo desde mi humilde lugar y los insto a hacer algo por el lugar en que vivimos, porque sin ustedes mi esfuerzo no vale más que un sobre vacío.

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