sábado, 14 de marzo de 2009

¿Cus? Soy yo, la Jose

Por allá por el año 2000, cuando la Coca de un litro salía $1, la conocí a la Jose. En realidad ya la conocía de vista pero antes me caía muy mal (como me suele caer la gente que no conozco, por simple amor al prejuicio). Pero en el 2000 la conocí. Resulta ser que, por obra y arte del destino, nos habíamos inscripto en el cursillo de ingreso de la Facu de Lenguas a la mismísima hora. Esa tarde estaba durmiendo la siesta cuando sonó el timbre. A regañadientes, contesté. Y desde el otro lado del portero reconocí la voz que, con más familiaridad de la que esperaba, me dijo:
-"¿Cus? Soy yo, la Jose".
Y ahí empezó todo. Con su perfecto inglés, su experiencia de un año más que yo, sus manos de madre, su olor a pan y su habilidad innata para preparar un almuerzo perfecto aunque en la heladera no haya habido más que botellas con agua fría y medio limón viejo, se fue ganando mi reticente corazón. Fue la Jose, con sus corpiños siempre negros y sus bombachas siempre blancas, la que me enseñó a medir la sal gruesa con el huequito de la mano. Fue la Jose, con su miedo irracional y paralizante a las gitanas, la que me enseñó a decir "un gusto" cuando me presentaban a alguien. Esa Jose que me contaba como propias las anécdotas que yo misma le había contado un par de días atrás. Y aunque sabía exactamente cómo iba a terminar la historia, porque yo misma la había vivenciado como protagonista, la escuchaba con ansias, y me recocijaba con los detalles y lugares ficticios adaptados a su situación personal. Un día, a la hora de la merienda, quedaba un solo alfajor. Traté de cortarlo a la mitad, pero el pulso me falló y un pedazo quedó más grande que el otro. Y la Jose, agarrándose el pedazo más grande decretó:
-"Ya no somos más amigas; somos como hermanas y las hermanas siempre se agarran la parte más grande del alfajor".
Me pareció una explicación válida. El tiempo pasó más rápido de lo que esperábamos. Ya no nos vemos tan seguido con la Jose. Pero estoy segura de que cada vez que nos juntemos a tomar la leche, aunque pase el tiempo, aunque tengamos 50 años, aunque se vaya a Río Tercero, siempre siempre le voy a tratar de cagar la mejor parte del alfajor.

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