viernes, 13 de marzo de 2009

Galileo Galilei se revuelca en su tumba

En el marco del programa "Mi Buenos Aires querible" el gobierno de Buenos Aires organizó presentaciones especiales en varios puntos de la ciudad, uno de los cuales fue el Planetario. Con tanta mala suerte que fuimos a caer ahí justo ese día. Debimos haber intuído que algo olía mal cuando la presentadora del planetario, tras presentarse y darles la bienvenida a los asistentes, se atajó esgrimiendo un: "La de esta noche no va a ser la presentación típica que estamos acostumbrados a ver quienes concurrimos al Planetario con frecuencia". Sin embargo, estábamos tan contentos que no lo vimos venir. Las luces se apagaron. Mientras nos reclinábamos en nuestros asientos, el cielorraso se llenó de estrellas. La idea básica y malograda pretendía combinar la historia de la ciudad y sus personajes más representativos con lo que uno espera ver cuando camina como un boludo para ir al Planetario: estrellas, planetas, galaxias, vías lácteas, etés y todo eso. La cuestión es que al drogadicto de Dolina le encomendaron la vil tarea de querer hablar de historia, geografía, cultura, música, literatura mezclado con astronomía and whatnot. Y entonces, mientras relataban la historia de cómo Buenos Aires llegó a ser lo que actualmente es, iban formando constelaciones con dibujitos de la cara de Cortázar, Borges, Tita Merello, Quinquela Martin, Leloir y Houssay. El que mucho abarca poco aprieta, Sres. del Gobierno de la Ciudad. Los dibujitos únicamente habrían coincidido con las constelaciones si uno, mientras hacía la cola eterna para entrar, se hubiera embarcado en un viaje de ácido. Pulgares abajo para el Planetario y Mi fucking Buenos Aires querible.

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